El espino cerval es un arbusto de 4 m. de altura, raramente más alto.
Al principio su corteza es casi negra y muy lisa, pero con el tiempo se va deshilachando.
Las ramas son grises y generalmente espinosas.
Las hojas son de forma aovada-elíptica, de 3 cm. de largo, con los bordes denticulados y sostenidas por un largo rabillo.
Las flores son muy pequeñas y se sostienen en racimos axilares.
Los frutos son del tamaño de un guisante, con un sabor dulce, que rápidamente se vuelve amargo y desagradable.
Vive principalmente en los bosques claros y se extiende desde las tierras bajas hasta las regiones subalpinas.
Como soporta bien la poda, se suele utilizar para formar setos.
Florece entre mayo y junio, madurando sus frutos a finales del verano.
Son precisamente éstos los que interesan por sus virtudes medicinales.
Es importante cogerlos lo más maduros posible, con objeto de que conserven los principios activos en la mayor concentración posible.
Este arbusto se multiplica a partir de las semillas o de los renuevos de las raíces.
Para obtener las semillas se aplastan los frutos maduros y se dejan en maceración durante un día, a fin de eliminar los restos de pulpa, que dificultan la germinación.
Se plantan en otoño y la semilla germina en primavera, después de haber pasado los hielos.
La actividad del espino cerval se atribuye a determinados compuestos de naturaleza an-traquinónica, presentes fundamentalmente en los frutos.
En realidad su composición es bastante compleja y no merece la pena entrar en detalle.
Así que vamos a centrarnos en sus propiedades, que se pueden resumir en tres: laxante a dosis moderadas, antihelmíntico o vermífugo y diurético.
La dosis en esta planta juega un papel fundamental, ya que si bien a pequeñas tomas se comporta como suave laxante, un incremento de la dosis puede provocar un efecto purgante muy desagradable; a bajas cantidades, y dependiendo de la susceptibilidad individual, pueden aparecer dolores de tipo cólico.
Este tipo de molestias es bien conocido por aquellas personas que abusan de laxantes, en la falsa creencia de que con ello se logra un descenso de peso; lo único que se consigue es provocar unas violentas diarreas que, en el mejor de los casos, se acompañan de un intenso dolor en el bajo vientre, pero que la mayor parte de las veces suponen también grandes pérdidas de agua y sales minerales, con el riesgo consiguiente de sufrir una deshidra-tación, además de la posible aparición de vómitos y hemorragias digestivas.
Siempre que se use un laxante, debemos tener presente que se trata de una medida temporal.
El uso prolongado de estos compuestos sin conocimiento del médico puede acarrear efectos secundarios difíciles de resolver.
.- Frutos frescos. Siempre bajo control médico, se podrán tomar de 1 a 5 g. al día.
.- Decocción. Se hierven los frutos en agua durante 5 minutos, tomando de una a tres tazas al día.
Se puede utilizar en cocimiento, mermelada, zumo, jarabe, etc, pero siempre contando con la opinión del facultativo médico o farmacéutico.
Laxante. Diurético. Vermífugo
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