El hediondo es un arbusto que no suele superar la altura de un hombre, a no ser que se encuentre en terrenos muy cálidos, pues entonces puede duplicar su longitud.
Las hojas se componen de tres hojuelas, como las de los tréboles, que son lampiñas en el haz, con numerosos pelitos en el envés y de figura elíptica.
Las flores son de color amarillo verdoso, con una pequeña mancha negruzca que mira hacia arriba, y se agrupan en pequeños ramilletes nacidos de las ramas nuevas.
Se caracteriza principalmente porque despide un olor fétido en cuanto se toca, a lo que debe su nombre.
Se cría por todo el Mediterráneo, desde Cataluña hasta Gibraltar, aunque es raro encontrarla en el interior de la Península.
El hediondo florece en otoño.
De la recolección con fines terapéuticos principalmente interesan las hojas, semillas y sumidades floridas, aunque en algunos lugares utilizan también la corteza.
Pero es una planta que puede ser peligrosa en manos inexpertas, así que no debemos olvidarnos de asesorarnos bien antes de administrarla.
De todas formas, no suele producir muchas intoxicaciones ya que su repugnante olor resulta de lo más disuasorio.
La corteza y las hojas contienen un alcaloide llamado citisina.
Además, en las hojas existen grandes concentraciones de malato cálcico.
Las semillas -aparte de ser ricas en el alcaloide antes mencionado- contienen otro alcaloide, la anagirina, que se relaciona estructural-mente con la lupanina encontrada en los altramuces.
De sus virtudes hay poco que decir.
Las hojas tienen un efecto purgante muy marcado; normalmente se emplean en infusión, pero es difícil ajustar la dosis y sus efectos secundarios no son nada agradables, pues incluyen vómitos, fuertes diarreas, dolores tipo cólico y deshidratación posterior a la pérdida de líquido.
Las semillas son vomitivas y muy tóxicas, siendo las sumidades floridas las únicas partes de la planta que se pueden utilizar con relativa seguridad.
De hecho, parece que se emplean en algunas partes del sur de España como pectorales, en forma de cocimiento.
Del resto de la planta es mejor no hacer ningún uso, salvo por orden facultativa y bajo estricto control.
Con esta planta se preparan infusiones, cocimientos y otras muchas formas bebibles, pero siempre teniendo en cuenta la toxicidad del arbusto.
Además, debemos saber que la solución ideal al problema del estreñimiento no estriba precisamente en el empleo de sustancias laxo-purgantes, sino en el aumento del consumo de fibra -como hemos tenido ya ocasión de comentar en otras ocasiones.
Tóxico. Purgante. Emético
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