El harpago es una planta originaria del desierto del Kalahari y de las regiones que lo rodean.
Los indígenas del lugar lo han empleado desde siempre por sus intensas propiedades antiinflamatorias.
Es una planta herbácea, vivaz, que crece arrastrándose por el suelo, con hojas alternas de borde dentado y flores solitarias tubulosas, de color rojo, que se sitúan en las axilas de las hojas.
El fruto, en forma de cápsula, presenta numerosas espinas.
Sus gruesas raíces buscan en la profundidad del suelo la escasa humedad de este, y tienen unas raíces secundarias en forma de tubérculo que constituyen la droga que luego veremos.
La época de floración del harpago varía mucho en función de donde se encuentre.
De la recolección con fines medicinales interesan las raíces secundarias; estas se deben presentar secadas y fragmentadas en piezas circulares irregulares.
El suber presenta un color marrón-rojizo, con arrugas longitudinales.
La farmacopea británica exige además que la raíz se presente sin adulteraciones y otros requisitos en cuanto a forma, color, homogeneidad y textura.
Al tratarse de una planta de difícil acceso, la recolección casi siempre se lleva a cabo por parte de personal especializado.
El harpago contiene cantidades variables de glucósidos monoterpénicos del grupo de los iridoides, entre los que cabe destacar el har-pagósido, el harpágido y el procúmbido.
Estos son los responsables de su sabor amargo.
Como hemos señalado anteriormente, la propiedad farmacológica más sobresaliente de esta planta es su actividad antiinflamatoria.
Esta actividad, junto con la práctica ausencia de efectos secundarios (ya que tan solo presenta un cierto efecto laxante), hacen que esta planta sea un magnífico tratamiento alternativo a otros antiinflamatorios que cuentan con infinidad de efectos adversos.
Además tiene acción analgésica, sedante, es-pasmolítica, diurética y antiateromatósica.
Como antiinflamatorio resulta especialmente útil en el tratamiento de procesos reumáticos, ya se trate de artritis, artrosis, lumbago o procesos reumáticos crónicos de distinta etiología.
También está indicado en hepatopatías y cierto tipo de desórdenes gastrointestinales.
En cambio, en casos de traumatismo parece ser que su acción antiinflamatoria la desarrolla de manera más lenta, por lo cual está menos recomendada, si bien es cierto que al carecer de efectos secundarios se puede aumentar la dosis en la cantidad que se estime oportuna.
.- Polvo. La droga pulverizada en forma de fino polvo, en cápsulas o en comprimidos, se puede administrar a razón de 3-4 g. al día.
.- Infusión. De 2 a 4 g. de la planta, se añaden a una taza de agua hirviendo; se pueden tomar hasta tres tazas al día.
Lo mejor es hacerlo en forma de cápsulas a fin de evitar su sabor amargo.
Cuando se prepara la infusión se puede perder hasta un 25% de principios activos -además de que su sabor resulta ciertamente repugnante.
Antiinflamatorio. Hepatoprotector. Depurativo
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